viernes, 28 de marzo de 2025

Gloria al Padre del perdón


IV Domingo de Cuaresma (Laetare)
Lema del mes: Nos da la feliz esperanza de arrepentirnos (Cf. Sab. 12, 19)







Me pondré en camino en mi desierto
para ingresar en mi interior
cerraré la puerta de mis ojos
para encontrar a mi Padre en mi oración.

Me postraré en su presencia
lo alabaré de corazón
contemplaré toda su grandeza 
cuando él escuche mi clamor.

Gloria, gloria al Padre
que me llena de perdón
Gloria, gloria a Dios
que en su misericordia 
me llena de esperanza 
y me renueva con su amor.

Saldré con alegría de mi desierto
y llegaré a la Tierra de Promisión
me abrazará mi Padre
con su amor saciará mi hambre
yo ante él me postraré 
y en su presencia 
entonaré mi adoración.

Gloria, gloria al Padre
que me muestra su piedad
Gloria, gloria a Dios
que repara mi oprobio
y me regala su paz.
 
                                                                                                                                         

 

Lectura del Libro de Josué 5, 9a.10-12 


 En aquellos días, el Señor dijo a Josué: «Hoy los he despojado del oprobio de Egipto.» Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán. 


Palabra de Dios.



 Salmo Responsorial: 33,2-3.4-5.6-7 
 R/. Gusten y vean qué bueno es el Señor. 


 Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

 Proclamen conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/. 

 Contémplenlo, y quedarán radiantes, su rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/


 Lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5,17-21 

 Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. 

 Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo los exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. 

Palabra de Dios.

 Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32 

 En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: 

 —«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.” El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. 

 Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre.” Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. 

 Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus criados: “Saquen en seguida el mejor traje y vístanlo; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.” Y empezaron el banquete. 

 Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.” 

 Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: «Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.” El padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado".» 

Palabra del Señor.



viernes, 21 de marzo de 2025

Aquí estoy, Señor


III Domingo de Cuaresma
Lema del mes: Nos da la feliz esperanza de arrepentirnos (Cf. Sab. 12, 19)




Aquí estoy, Señor,
peregrinando mi desierto cuaresmal,
sintiendo en mi ser
el resplandor de tu esperanza
que me motiva a caminar.
 
Yo hoy quiero sentir
 la luz de tu gracia
 que disipa el dolor.
 
Abona mi interior
con tu misericordia
para que tu bondad 
 sea el fruto abundante
que se produzca en mí.
 
Aquí estoy, Señor,
para bendecirte con mi alma
y engrandecer con todo mi ser
la ternura de tu santo nombre
 que aumenta mi esperanza
y renueva mi fe.
 
Estoy aquí, mi Dios,
porque necesito vivir
 en mi corazón tu misericordia,
porque necesito sentir
en mi alma la paz que tú me das.


                                                                                                    



Lectura del Libro del Éxodo 3,1-8a.13-15 

 En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.» Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.» Respondió él: «Aquí estoy.» Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.» Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: “El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes.” Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» Dios dijo a Moisés: ««Soy el que soy”; esto dirás a los israelitas: «›Yo soy› me envía a ustedes».» Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: “Yahvé (El-es), Dios de sus padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a ustedes. Éste es mi nombre para siempre: así me llamarán de generación en generación”.» 

 Palabra de Dios.


Salmo Responsorial: 102,1-2.3-4.6-7.8 y 11
 R/. El Señor es compasivo y misericordioso 

 Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/. 

 Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R/.

 El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R/. 

 El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.


Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10,1-6.10-12

 No quiero que ignoren, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

 Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos. No protesten, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga. 

Palabra de Dios.


 Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 13,1-9 

 En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Les digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les digo que no. Y si no se convierten, todos perecerán de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: —«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.

Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”. 

Palabra del Señor.



viernes, 14 de marzo de 2025

Versos a mi entrega cuaresmal

 

 II Domingo de Cuaresma

Lema del mes: Nos da la feliz esperanza de arrepentirnos (Cf. Sab. 12, 19)




Tu amor, mi Señor, es mi fortaleza,

por eso te pido que me concedas estar

siempre ante ti

a pesar de que yo sólo soy un simple pecador.

 

Te ofrezco hoy mi corazón

Llénalo de tu luz, de tu gracia y salvación

te entrego hoy todo mi ser

mi hacer y proceder

para que todo cuanto soy

sea colmado por tu bendición.

 

¡Escúchame, Señor!

¡Transfigúrame con tu amor!

Pues yo quiero adorarte

por siempre glorificarte

y habitar en tu presencia

y hacer tu voluntad.


Procuraré, buscar siempre agradarte

pues mi pobre vida

solo encuentra sentido

cuando escucho tu palabra

y permanezco en tu amistad.

 

 

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 Lectura del Libro del Génesis 15,5-12.17-18 


 En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrahán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrahán creyó al Señor, y se le contó en su haber.

El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abrahán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrahán los espantaba. 

 Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrahán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrahán en estos términos: 

 «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates.»

 Palabra de Dios.

 Salmo Responsorial: 26,1.7-8a.8b-9abc.13-14 
 R/. El Señor es mi luz y mi salvación 


 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R/. 

 Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Busquen mi rostro.» R/. 

 Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. R/. 

 Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/


Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 3,17--4,1 


 Sigan mi ejemplo, hermanos, y fíjense en los que andan según el modelo que tienen en nosotros. Porque, como les decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. 

 Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manténganse así, en el Señor, queridos. 

Palabra de Dios.

 Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 9,28b-36


 En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. 

 De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. 

 Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. 

Palabra del Señor.


viernes, 7 de marzo de 2025

Mi amparo y mi refugio

 

 Domingo del Tiempo Ordinario

Lema del mes: «Nos das la feliz esperanza de arrepentirnos» (Cf. Sab 12,19)





 Caminas conmigo, Señor
en todo momento
aun cuando recorro
las vías del dolor.
 
Tu siempre estás conmigo, mi Dios
a pesar de mi fragilidad
de que a veces erro en el camino
y me aparto de tus sendas
no me abandonas a mi suerte
y me rescatas en mi error.
 
Eres tú, mi amparo
y mi refugio, en mi desierto
a quien yo acudo en mi aflicción.
Es tu amor, mi pan y mi sustento
mi fuerza y mi alimento
tu misericordia es mi aliento
en mi dolor.
Es a ti, a quien adoro
a pesar de que yo soy un pecador
y en mi debilidad
puedo caer en la tentación.
 
Tu misericordia es mi fortaleza cada día
para recorrer con esperanza
el tumultuoso
sendero de la vida, mi Señor
pues nadie que cree en ti
a pesar de recorrer
 la senda oscura
quedará defraudado.



                                                                                                   


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Lectura del Libro del Deuteronomio 26,4-10 


 Dijo Moisés al pueblo: — «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. 

 Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.

 Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado.” Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».

 Palabra de Dios.

Salmo Responsorial: 90,1-2.10-11.12-13.14-15 
 R/. Está conmigo, Señor, en la tribulación. 


 Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» R/.

 No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. R/. 

 Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. R/.

 «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.» R/. 



 Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 10,8-13 


 Hermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere a la palabra de la fe que les anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» 

Palabra de Dios.


Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 4,1-13


 En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: —«Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan».  Jesús le contestó: —«Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”».

 Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: —«Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.» Jesús le contestó: —«Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».

 Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: —«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.» Jesús le contestó: —«Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

 Palabra del Señor.




sábado, 1 de marzo de 2025

Frutos de tu amor

 

 VIII Domingo del Tiempo Ordinario

Lema del mes: «Nos das la feliz esperanza de arrepentirnos» (Cf. Sab 12,19)




Yo sé que sólo soy un pecador
pero cedacea mi interior
con tu gran amor, Señor
y al examinar todo mi ser
purifícame.
 
Hazme sentir,
con el fuego de tu gracia
qué hay en mí
que no me permite amarte más.
Haz florecer mi paciencia
que todas mis palabras
giren en torno a mi confianza en ti
haz crecer en mi existencia
el deseo de servirte
con sinceridad.
 
Siembra en mi corazón tu bondad
para que yo pueda dar
frutos de esperanza y de misericordia.
 
Quiero Señor dar frutos de amor
pero sólo tu gracia
hace fructífera mi alma
Quiero Señor dar frutos de amor
llena de tu presencia
cada espacio de mi ser.



                                                                                          


 Lectura del Libro del Eclesiástico 27,4-7 


 Se agita la criba y queda el desecho, así el desperdicio del hombre cuando es examinado. El horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar. El fruto muestra el cultivo de un árbol, la palabra, la mentalidad del hombre. No alabes a nadie antes de que razone, porque ésa es la prueba del hombre. 

Palabra de Dios.


 Salmo Responsorial: 91,2-3.13-14.15-16 
 R/. Es bueno darte gracias, Señor 


 Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh, Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad. R/. 

 El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/.

 En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. R/.


 Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15,54-58


 Hermanos: Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» 

 El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Así, pues, hermanos míos queridos, manténganse firmes y constantes. Trabajen siempre por el Señor, sin reservas, convencidos de que el Señor no dejará sin recompensa su fatiga. 

Palabra de Dios.


 Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 6,39-45


 En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: —«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, ¿sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. 

 No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca». 

Palabra del Señor.

 
 
 

"Al encuentro del Amor"

"Al encuentro del Amor"
Novela literaria, de mi puño y letra. Elaborada para el deleite de quienes les apasiona la lectura. Para pedidos contáctame por esta vía o a través del correo: jimenez.juanpablo19@gmail.com