III
Domingo de PascuaLema
del Mes: “Esperamos cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pe 3,13
¿Cómo
no amarte?
Si
tu amor es mi libertad
¿Cómo
no ensalzar tu nombre
Si
tú me libras de todo mal.
¿Cómo
no amarte?
Si
en mi miseria
Me
haces tu testigo
¿Cómo
no amarte?
Si
a pesar de mi pecado
tú
me haces tu amigo, Señor.
Por
eso te amo
te
alabo, te glorifica mi ser
por
eso te amo
ensalzo
tu santo nombre, mi Rey.
Por
eso te amo,
porque aún en mis flaquezas
tú
me concedes tu paz.
¿Cómo
no amarte?
Si
apacientas mi alma
¿Cómo
no amarte, mi Dios?
Si
tu pastoreas mi interior
¿Cómo
no amarte?
Si
me dices al corazón
¡Sígueme!
Lectura del Libro de los
Hechos de los Apóstoles 5,27b-32.40b-41
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó
a los Apóstoles y les dijo: «¿No les habíamos prohibido formalmente enseñar en
nombre de ése? En cambio, ustedes han llenado Jerusalén con su enseñanza y
quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles
replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de
nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron, colgándolo de un
madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para
otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto
somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
Prohibieron a los Apóstoles hablar en nombre
de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber
merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial: 29,2 y 4.5. 6.11 y 12a y
13b
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y
no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del
abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Tañan para el Señor, fieles suyos, den gracias
a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al
atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor,
socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por
siempre. R/.
Lectura del Libro del
Apocalipsis 5,11-14
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de
muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes
y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la
alabanza.»
Y oí a todas las criaturas que hay en el
cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos -, que
decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la
gloria y el poder por los siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes
respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.
Palabra de Dios.
Lectura del Santo
Evangelio según San Juan 21,1-19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a
los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de
Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me
voy a pescar.» Ellos contestaban: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y
se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo,
cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era
Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tienen pescado?» Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán.» La echaron,
y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo
que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
«Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que
estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se
acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros,
remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un
pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traigan de los peces que acaban
de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red
repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se
rompió la red. Jesús les dice:
«Vamos, almuercen.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca,
toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que
Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: «Sí, Señor, tú
sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta
mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él
le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis
ovejas.» Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se
entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta
mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde
querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te
llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar
gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
Palabra del Señor.
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