viernes, 16 de mayo de 2025

Amar, para amarte

 

V Domingo de Pascua
Lema del Mes: “Esperamos cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pe 3,13)

 


Me das un nuevo mandamiento
que ame como me amas,
y que a mi prójimo
ame cómo me amo a mí.
 
No es sólo un sentimiento
es una firme decisión
elegir ser tu testigo
transmitiendo tu amor.
 
Amar, para amarte,
y ser misericordioso como tú.
Amar y servir
así me invitas a vivir, Jesús.
 
Tu amor alumbra mi esperanza
tu misericordia renueva mi ser
por eso bendeciré tu nombre
y en tu honor entonaré una alabanza
tu gracia proclamaré,
Dios mío mi Rey.
 
Haz de mí corazón tu morada
enciende en mi alma
el consuelo de tu paz
hazme permanecer,
mi buen pastor,
por siempre en tu grey.
 


                                                                                          



Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 14,21b-27

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir.

Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.

Palabra de Dios.

 

Salmo Responsorial: 144,8-9.10-11.12-13ab

R/. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/.

 Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R/.

 

Lectura del Libro del Apocalipsis 21,1-5ª

 Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.» Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»

Palabra de Dios.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 13,31-33a.34-35

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con ustedes.

Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros; como yo los he amado. La señal por la que conocerán que son discípulos míos, será que se amen unos a otros.»

Palabra del Señor. 

 

viernes, 9 de mayo de 2025

Mi Buen Pastor

 

IV Domingo de Pascua

Domingo del Buen Pastor

Lema del Mes: “Esperamos cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pe 3,13)
 

 


Pastor de mi alma
quiero escuchar tu voz,
apacienta mi ser
llena de ti mi corazón.
 
Tú que me conoces
y sabes lo que hay en mi interior
pastorea mi vida
con tu gran amor.
 
Renuévame con el Pan de tu gracia
Cordero de Dios, tú eres mi buen pastor.
Restaura mis fuerzas
Quiero servirte con alegría
y en tu presencia permanecer.
 
Pastor de mi alma, mi amado Señor
tu misericordia
me apacigua en mi dolor
tu compasión es mi esperanza
tu piedad enjuaga mis lágrimas
y le da calma a mi tribulación.
 
Hoy desde mi pequeñez
a tu amor clamo
para que me cuides, mi Dios
y a todo tu rebaño.
 
 

                                                                                           

 

Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles, 13,14.43-52

 

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios.

 

 El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la Palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: “Teníamos que anunciarles primero a ustedes la Palabra de Dios; pero como ustedes la rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, saben que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra”. Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la Palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.

 

La Palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

 

Palabra de Dios.

 

Salmo Responsorial: 99,2.3.5

 R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Aclamen al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría, entren en su presencia con vítores. R/.

Sepan que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

 «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.» R/.

 

Lectura del Libro del Apocalipsis 7,9.14b-17

 Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.»

Palabra de Dios.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 10,27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las has dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor.

sábado, 3 de mayo de 2025

¿Cómo no amarte?

 

 

III Domingo de Pascua
Lema del Mes: “Esperamos cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pe 3,13

 


 



¿Cómo no amarte?

Si tu amor es mi libertad

¿Cómo no ensalzar tu nombre

Si tú me libras de todo mal.

¿Cómo no amarte?

Si en mi miseria

Me haces tu testigo

¿Cómo no amarte?

Si a pesar de mi pecado

tú me haces tu amigo, Señor.

 

Por eso te amo

te alabo, te glorifica mi ser

por eso te amo

ensalzo tu santo nombre, mi Rey.

Por eso te amo,

 porque aún en mis flaquezas

tú me concedes tu paz.

¿Cómo no amarte?

Si apacientas mi alma

¿Cómo no amarte, mi Dios?

Si tu pastoreas mi interior

¿Cómo no amarte?

Si me dices al corazón

¡Sígueme!

 


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Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,27b-32.40b-41

 En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los Apóstoles y les dijo: «¿No les habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, ustedes han llenado Jerusalén con su enseñanza y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»

Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»

 Prohibieron a los Apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.

Palabra de Dios.

 

 Salmo Responsorial: 29,2 y 4.5. 6.11 y 12a y 13b

 R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

 Tañan para el Señor, fieles suyos, den gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R/.

 Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.

 

 

Lectura del Libro del Apocalipsis 5,11-14

 

 Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.»

 Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos -, que decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.

Palabra de Dios.

 

 

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 21,1-19

 En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.» Ellos contestaban: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.

Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tienen pescado?» Ellos contestaron: «No.» Él les dice: «Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán.» La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:

«Es el Señor.»

 Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.

 Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traigan de los peces que acaban de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice:

«Vamos, almuercen.»

 Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

 Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»

Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor.

"Al encuentro del Amor"

"Al encuentro del Amor"
Novela literaria, de mi puño y letra. Elaborada para el deleite de quienes les apasiona la lectura. Para pedidos contáctame por esta vía o a través del correo: jimenez.juanpablo19@gmail.com