V Domingo de
CuaresmaLema del Mes:
“Renacidos para una esperanza viva, por la Resurrección” (Cf. Sab 12,19)
Me renueva, tu amor me renueva.
Haces nuevo todo mi ser con tu perdón.
Brota en mi alma la esperanza
cuando haces resplandecer
la luz de tu misericordia
ante mí que solo soy un pecador.
Es en tu amor que se alegra mi corazón
tu compasión ha sido grande conmigo
a pesar de mi pecado, tú me transmites tu bondad
es que tu piedad ha sido inmensa conmigo
miraste mis flaquezas y al conocer mi debilidad
te has postrado junto a mí, en el suelo de mis
miserias
y has escrito tu amor en lo más profundo de mi ser.
Lectura del Libro de Isaías 43,16-21
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias salvajes, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza».
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial:
125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
R/. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres
Cuando el Señor cambió la suerte de
Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de
cantares. R/.
Hasta los gentiles decían: «El Señor
ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb. Los
que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando,
trayendo
sus gavillas. R/.
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 3,8-14
Hermanos: Todo lo considero pérdida
comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él
lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y existir
en él, no con una justicia mía -la de la ley-, sino con la que viene de la fe
de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe, para conocerlo a
él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos,
muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre
los muertos. No es que ya haya conseguido el premio; yo sigo corriendo. Y
aunque poseo el premio porque Cristo Jesús me lo ha entregado, hermanos, yo a
mí mismo me considero como si no hubiera conseguido el premio. Sólo busco una
cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por
delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba
llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Lectura del Santo Evangelio según san Juan 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al
monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el
pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le traen
una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de
Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban
esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían
en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire
la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al
oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el
último. Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio de pie.
Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno
te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te
condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor
No hay comentarios:
Publicar un comentario