bautizaste con alegría y fe.
Vivas llamas de amor y de luz
fueron el cántico en tu voz, servidor.
Firmeza y constancia,
transmitías tú, en tu diaconía.
Tu corazón fue signo
del Sagrado Corazón de Jesús.
Serrata, mi amigo
que hiciste presente a Cristo
y llenaste tantas vidas
del Amor de los Amores.
Serrata, testigo
que en mi corazón sigues vivo
y en los campos de muchos colores
que pintaron tus primaveras.
De colores y flores espirituales
calmó dolores,
tu clamor a Dios por los pobres
tu cercanía sincera al joven,
tu amor; tu fe.
Al impartir la comunión,
recuerdo que decías:
Cuerpo de Cristo
y nos susurrabas: "te amo".
Y al concluir la Eucaristía
al entrar en la sacristía
decías con alegría:
"Thanks God!
Qué bueno es servirte, mi Dios".
De colores... de sonrisa acogedora
De colores...
como la felicidad de tu recuerdo
que aún encienden almas,
maestro de virtud.
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