Mi Señor,
yo clamaré tu amor,
no callaré tu gracia,
ni tus maravillas, mi Salvador.
Anunciaré tu justicia
y encenderé
la llama de la esperanza
propagando
a todas partes
el
fuego de tu paz.
Mi
Señor, contaré tu bondad
yo
anunciaré tu piedad
y diré
a viva voz
la
grandeza de tu gloria
lo inmenso
de tu amor.
Y me
darás el vino nuevo
de
la alegría de servir
renovarás
en mis adentros
tu gran
amor por mí
y
haré lo que me digas
y te
serviré con toda mi vida
pues
a ejemplo de tu madre
proclamo
con mi alma:
¡Que
se haga en mí tu voluntad!
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yo clamaré tu amor,
no callaré tu gracia,
ni tus maravillas, mi Salvador.
y encenderé la llama de la esperanza
propagando a todas partes
el fuego de tu paz.
yo anunciaré tu piedad
y diré a viva voz
la grandeza de tu gloria
lo inmenso de tu amor.
de la alegría de servir
renovarás en mis adentros
tu gran amor por mí
y haré lo que me digas
y te serviré con toda mi vida
pues a ejemplo de tu madre
proclamo con mi alma:
¡Que se haga en mí tu voluntad!
Lectura del Libro de Isaías 62,1-5
Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán su justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «abandonada», ni a tu tierra «devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial: 95,1-2a.2b-3.7-8a.9-10a
R/. Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones.
Canten al Señor un cántico nuevo, canten al Señor, toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre. R/.
Proclamen día tras día su victoria, cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R/.
Familias de los pueblos, aclamen al Señor, aclamen la gloria y el poder del Señor, aclamen la gloria del nombre del Señor. R/.
Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Digan a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12,4-11
Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y los malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlo.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.
Palabra de Dios.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 2,1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: —«No les queda vino». Jesús le contestó: —«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora». Su madre dijo a los sirvientes: —«Hagan lo que él les diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenen las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: - «Saquen ahora y llévenselo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: —«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.
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