sábado, 26 de abril de 2025

Me amas

 

Domingo de la Divina Misericordia
Lema del Mes: “Renacidos para una esperanza viva, por la Resurrección” (Cf. Sab 12,19)

 



Con tu amor
me haces ver
tu misericordia.
Siento en mí
la paz de creer ti.
 
 
Me amas,
Puedo en mí sentir tu amor, Señor
Me amas,
me saludas con tu paz
y me envías a vivir tu perdón.
Me amas.
 
Enciendes en mi alma
como cirio pascual
 el fuego de tu resurrección
que ilumina mi esperanza
y alegra mi corazón.

 


                                                                                         


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Liturgia de la Palabra 


Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,12-16

Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Palabra de Dios.

 

Salmo Responsorial: 117,2-4.22-24.25-27a R/.

Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel: eterna es su Misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, los bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

 

Lectura del Libro del Apocalipsis 1,9-11a.12-13.17-19

Yo, Juan, su hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» 1

Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.» Palabra de Dios.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20,19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a Ustedes.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Jesús repitió: «Paz a Ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a Ustedes.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengan vida en su nombre.

 Palabra del Señor.


sábado, 19 de abril de 2025

Resucitó, mi Señor resucitó

 


Pascua de Resurrección 
Lema del Mes: “Renacidos para una esperanza viva, por la Resurrección” (Cf. Sab 12,19)






Resucitó, 
mi Redentor. 
Resucitó,
 mi Salvador.
La muerte venció. 
En verdad resucitó. 

Hoy se alegra mi alma
mi ser exulta de paz 
pues Cristo que es vida, 
mi Señor que es camino y verdad, 
ha vencido la muerte 
ya en la tumba no está. 

Su amor es cirio encendido
que renueva mi esperanza 
su Palabra arde en mi ser 
y me inspira esta alabanza.
Resucitó, en verdad resucitó, 
Cristo, mi luz, llena mi corazón. 
Resucitó, mi Señor resucitó, 
Él ya ha vencido la muerte 
demos gracias a Dios. 

Siente mi alma la alegría
al saber que en este día 
su victoria alcanzó.
Mira que la tumba está vacía 
en verdad resucitó. 

Con su resurrección 
Él viene junto a mí
y camina conmigo
Reafirma mi convicción 
al encender mi fe
renueva mi bautismo.

Resucitó, mi Jesús, resucitó
El cordero inmolado 
la muerte venció. 
Resucitó, mi Buen Pastor, resucitó
derramando su sangre 
la deuda de mi pecado
con su amor canceló. 

Resucitó, mi redentor resucitó
la tumba está vacía…
En verdad resucitó.



sábado, 12 de abril de 2025

Crónicas del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

 



Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Lema del Mes: “Renacidos para una esperanza viva, por la Resurrección” (Cf. Sab 12,19)
 


I

Hosanna, canta mi alma.

Al siervo y Rey de la gloria

Hosanna, proclama mi ser.

A Jesucristo, mi esperanza.

Bendito es él

bendito el que viene

para entregar toda su vida

y otorgarme redención.


II

Su amor es mi palabra de aliento

su paz es mi sustento

es en su bondad

donde la esperanza encuentro

y su sacrificio lo que me da la salvación.


III

Y con tu dolor, Señor

mesaron mi barba

zarandearon mi ser

pero tu consuelo

me levantó al caer

atacaron mi alma

pero mantuve mi fe

no me dejó en el suelo

mi Rey me tuvo compasión.


IV

Y fue al madero como chivo expiatorio

por la multitud que lo alabó

y fue al madero como cordero inmolado

por la muchedumbre que lo condenó

sufrió en su ser el peso de mi pecado

y de la humanidad

para darnos su paz

y en cada una de sus llagas mi alma ha salvado

es su amor redención y estos versos la crónica de su pasión.

 

Procesión del Domingo de Ramos

 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 19,28-40

 En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan a la aldea de enfrente; al entrar, encontrarán un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, contéstenle: “El Señor lo necesita”.»

 Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: —«¿Por qué desatan el borrico?»

 Ellos contestaron: — «El Señor lo necesita.»

 Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.

 Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: —«¡Bendito el que viene como rey, en

nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.»

 Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: —«Maestro, reprende a tus discípulos.»

 Él replicó: —«Les digo que, si éstos callan, gritarán las piedras.»

Palabra del Señor.

 

Lectura del Libro de Isaías 50,4-7

 Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no me he rebelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba; no oculté el rostro a insultos ni salivazos.

Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.

Palabra de Dios.

 

Salmo Responsorial: 21,8-9.17-18a.19-20.23-24

 R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

 Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.

 Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R/.

 Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob, glorifíquenlo; témanle linaje de Israel. R/.

 

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2,6-11

 Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios.

 

 

 Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 1-49

 

C. En aquel tiempo, se levantó toda la asamblea, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato.

C. Y se pusieron a acusarlo, diciendo:

 

S. —«Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey».

 

C. Pilato preguntó a Jesús:

 

S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?».

 

C. Él le contesto:

 

—«Tú lo dices».

 

C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:

 

S. —«No encuentro ninguna culpa en este hombre».

 

C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:

 

S. —«Solivianta al pueblo enseñando, por toda Judea, desde Galilea hasta aquí».

 

C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y, al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.

 

C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro.

Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra.

Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.

Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.

C. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:

S. —«Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».

C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo:

 

S. —«¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás».

C. A este lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.

Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:

 

S.—«¡Crucifícalo, crucifícalo!».

 

C. Él les dijo por tercera vez:

 

S.—«Pues, ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré».

 

C. Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.

Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.

 

C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:

 

—«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado". Entonces empezarán a decirles a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos"; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?».

C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.

C. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Jesús decía:

—«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

C. Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte.

C. El pueblo estaba mirando.

Las autoridades le hacían muecas, diciendo:

 

S. —«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

S. —«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

 

C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».

C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

 

S. —«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

 

C. Pero el otro le increpaba:

 

S.—«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha faltado en nada».

 

C: Y decía:

S. —«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

 

C. Jesús le respondió:

 

—«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».

 

C. Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:

 

—«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».

 

C. Y, dicho esto, expiró.

C. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:

 

S. —«Realmente, este hombre era justo».

 

C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvía dándose golpes de pecho.

 

Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.

 

Palabra del Señor.

 

 

viernes, 4 de abril de 2025

Versos a la renovación del mísero

 

V Domingo de Cuaresma
Lema del Mes: “Renacidos para una esperanza viva, por la Resurrección” (Cf. Sab 12,19)






 

Me renueva, tu amor me renueva.

Haces nuevo todo mi ser con tu perdón.

 

Brota en mi alma la esperanza

cuando haces resplandecer

la luz de tu misericordia

ante mí que solo soy un pecador.

 

Es en tu amor que se alegra mi corazón

tu compasión ha sido grande conmigo

a pesar de mi pecado, tú me transmites tu bondad

es que tu piedad ha sido inmensa conmigo

miraste mis flaquezas y al conocer mi debilidad

te has postrado junto a mí, en el suelo de mis miserias

y has escrito tu amor en lo más profundo de mi ser.


                                                                                      

 

Lectura del Libro de Isaías 43,16-21

 Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias salvajes, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza».

Palabra de Dios.

 

 Salmo Responsorial: 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
 R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

 Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R/.

 Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R/.

 Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los

que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo

sus gavillas. R/.

 

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 3,8-14

 Hermanos: Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía -la de la ley-, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe, para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio; yo sigo corriendo. Y aunque poseo el premio porque Cristo Jesús me lo ha entregado, hermanos, yo a mí mismo me considero como si no hubiera conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

 

Lectura del Santo Evangelio según san Juan 8,1-11

 En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

 Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

 

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último. Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio de pie.

Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Palabra del Señor


"Al encuentro del Amor"

"Al encuentro del Amor"
Novela literaria, de mi puño y letra. Elaborada para el deleite de quienes les apasiona la lectura. Para pedidos contáctame por esta vía o a través del correo: jimenez.juanpablo19@gmail.com